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El corazón de las comunidades en movimiento

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Con la voluntad de compartir la energía vital desplegada en ese hermoso abrazo comunitario que significó el V Congreso Latinoamericano de Cultura Viva Comunitaria (en adelante V Congreso), extiendo esta mirada sobre lo vivido y los retos que de seguro sabremos enfrentar con unidad y reciprocidad. Necesario aclarar que esta humilde mirada ha procurado nutrirse de las reflexiones de compañeres y hermanes que participaron de distintas formas y momentos del Congreso, aunque la firma y responsabilidad por lo escrito sea personal. Asimismo, y quizá sea lo más importante, vale la ocasión para agradecer infinitamente a las delegaciones, Círculos de la Palabra, instituciones, redes, colectivos, amistades y complicidades que sellaron con su confianza y esfuerzo este hito en largo camino del Movimiento Continental de Cultura Viva Comunitaria; y especialmente al torbellino lunático del Grupo Impulsor de Perú que hizo realidad este vuelo.

Anuncio de rumbos entre los temblores

Para profundizar en la trascendencia del V Congreso, realizado en Perú del 8 al 15 de octubre de 2022, precisamos comprender las características particulares del contexto mundial y nacional en que se desplegó, pues solo de esa manera seremos conscientes de la tenaz voluntad que implicó su hechura, así como también de las adversidades y avances puestos en juego. En concreto, estamos atravesando un tiempo inédito que se enmarca en la crisis civilizatoria y que se ha expresado en el galopante cambio climático que produjo la pandemia del COVID 19, la guerra tecnológica y empresarial entre China y EEUU, así como en la guerra entre Rusia y Ucrania que tras bambalinas esconde los intereses geopolíticos norteamericanos, el ascenso de proyectos neofascistas que alimentan discursos y prácticas de odio, desigualdad y discriminación, los temblores del desbocado casino financiero que rige la economía global provocando la actual inflación, desaceleración del crecimiento económico y del comercio mundial, con tasas de interés cada vez más altas y liquidez global cada vez menor. 

Las consecuencias de este tiempo se vivieron en la región latinoamericana con mayor agudeza en la medida de nuestro rol principalmente dependiente del extractivismo primario exportador. No obstante, también despertó un ciclo de estallidos sociales que se afirmaba en el ejercicio de la voluntad popular en las calles y en algunos casos alcanzaron impacto a nivel de gobiernos progresistas, e incluso un proceso constituyente. Lo cierto es que se frenó el giro fascista que desde inicios de la segunda década del siglo actual tomaba el mando del aparato estatal en ciertos países estratégicos del continente, sin que ello haya disminuido la base social que sostuvo dicho giro. Así nuestro continente se encuentra en un tránsito disputado entre democracia y autoritarismo en medio de la crisis más profunda de este siglo que, como de costumbre, golpea a los más humildes.

En Perú, territorio designado para esta maravillosa provocación, atravesamos una crisis del régimen neoliberal en auge desde 2016 y que se ha precipitado a partir del 2021. A ello responde no solo las constantes disputas políticas en las alturas del poder, sino la descomposición de los poderes del Estado capturados para el beneficio de intereses particulares, el acento de las discriminaciones y la represión como llamado al orden de la oligarquía nacional y la exigencia creciente de abrir un proceso constituyente ante el vaciamiento de sentido de las instituciones democráticas. Los pilares sobre los cuales la dictadura fujimorista instauró el actual régimen se caen a pedazos, sin que se haya madurado un proyecto alternativo, popular y organizado para reemplazarlo. Como suele ocurrir en la historia, este tránsito entre lo viejo y lo nuevo está marcado por convulsiones sociales que han pronunciado dramáticamente los hondos y vigentes abismos de nuestro período republicano, heredero directo del colonialismo, el patriarcado y la dominación de clase. Sin embargo, este tiempo también ha traído la fuerza plebeya de las regiones, la afirmación de nuevas organizaciones sociales y el viento de una identidad contestataria que busca cambios de fondo, aunque aún marcada por la precariedad y la incertidumbre.

Del I Congreso Nacional al V Congreso Latinoamericano

En medio de tanta conmoción, la poderosa ternura de la Cultura Viva Comunitaria ha estado presente en los corazones y territorios de nuestros pueblos. Ahí donde nació, ahí donde persistimos, ha puesto el cuerpo frente a la mencionada crisis: aportando a organizar, cuidando, conteniendo, atizando las luchas, cuestionando y cultivando, creando y criando. A pesar de las graves consecuencias de la pandemia al interior de nuestras organizaciones culturales, no solo hemos sabido resistir en nuestros territorios, sino que asumimos el reto de contribuir al florecimiento de un proyecto político y cultural de carácter continental, que no elude la necesidad de construir respuestas universales ante la crisis civilizatoria desde los procesos concretos, desde las culturas y los territorios en los que hacemos fibra y trama del tejido de nuestras comunidades. Lejos de replegarnos o asumir una posición contemplativa o defensiva, las diversas expresiones de Cultura Viva Comunitaria se han puesto al frente de la defensa de la Madre Tierra, la democracia y la vida sobre la que se revitalizan nuestras identidades. Esa fue la voluntad que energizó el V Congreso.

Desde que se eligió a Perú como sede congresal, en mayo de 2019, no paró el trabajo del Grupo Impulsor, más aún en las circunstancias ya descritas que implicaron reajustes en medio de la incertidumbre. En junio del mismo año se sostuvieron reuniones de coordinación y en setiembre se celebra una jornada en la que se definen los objetivos y sede del I Congreso Nacional de Cultura Viva Comunitaria – Perú: del 22 al 24 de octubre 2021 en Chanchamayo, Junín, apenas levantadas las restricciones sanitarias por la pandemia, y que tendría una ruta preparatoria basada en precongresos presenciales y virtuales. El paso del Congreso Nacional resultó significativo internamente para el proceso del congreso latinoamericano, aunque evidenció la necesidad de reforzar no solo la estructura organizativa del Grupo Impulsor sino el compromiso de ampliar progresivamente el movimiento a nivel nacional como premisa para el trabajo de los años venideros.

Asimismo, el intercambio entre las formas de realizar el Congreso Nacional y el proceso de construcción del V Congreso permitió distinguir tradiciones culturales, procesos territoriales y corrientes políticas dentro del Grupo Impulsor. Un acierto fue la voluntad de procesar democráticamente los debates, en el marco del respeto a los principios comunes, y darles resolución en la práctica concreta, demostrando que es posible atender nuestras diferencias siempre y cuando haya lealtad y confianza en el proceso compartido. No obstante, es importante mencionar que las urgencias por impulsar los dos congresos mencionados limitaron un abordaje más amplio y profundo sobre la crisis civilizatoria y cómo ella se expresa en la actualidad de manera concreta, así como las formas en que concebimos la Cultura Viva Comunitaria, un balance de los procesos de construcción del movimiento en Perú y nuestra agenda política ante el Estado. Serán temas para próximos intercambios rumbo al fortalecimiento de este movimiento a nivel nacional en los siguientes años.

Resulta imprescindible señalar la importancia del movimiento latinoamericano para el vital despegue del V Congreso. Ya el 2021 la mayor parte de los Círculos de la Palabra impulsan los Conversatorios Permanentes que se realizan de manera virtual y brindan reflexiones y testimonios sobre la forma que se está enfrentando las consecuencias de la pandemia. Además, algunas articulaciones nacionales logran concretar encuentros y congresos que permitieron contar con propuestas concretas para el intercambio latinoamericano y dar paso al fortalecimiento orgánico del movimiento en su dimensión nacional, aunque cierto es que aún son minoría los países que han logrado desarrollar procesos y congresos nacionales, primando la dispersión territorial y la fragmentación temática de tendencia autorreferencial. Con el mismo ímpetu, el Equipo de Acompañamiento Continental fue necesario principalmente en su capacidad para profundizar en los contenidos del debate y orientar los criterios, etapas y tareas estratégicas del V Congreso, junto con el Grupo Impulsor Perú, quedando pendiente la implementación de una agenda sobre las tareas estratégicas y funcionales del movimiento continental y sobre el seguimiento de los acuerdos tomados en el marco del IV Congreso (Argentina, 2019).

Congreso de alas y raíces que se abrazan

Para el movimiento continental de Cultura Viva Comunitaria el V Congreso significó el primer encuentro presencial luego del momento más dramático de la pandemia y la víspera de la primera década de ese camino inaugurado en el 2013 en La Paz, Bolivia. La emoción se sentía a flor de piel en los días previos. Había un abrazo que esperaba multiplicarse, sonrisas e historias que compartir, llantos contenidos y altares en la memoria para quienes se nos adelantaron. Casi se podía tocar el alma de las delegaciones, apertrechadas de narices de payasos, maíces de mil colores, chichas, caracoles, zampoñas, malabares, alas y raíces con los que hicieron magia, sin descanso, durante todos los ocho días de encuentro. Desde el inicio quedó claro que un primer objetivo se cumpliría: celebrar la vida y afirmar cada trocha del camino recorrido hacia el Buen Vivir. Así fue el espíritu que se forjó a lo largo de los días, a pesar del cansancio y los imprevistos que no fueron pocos.

Desde la ofrenda a la Madre Tierra y la inauguración del V Congreso en el Ministerio de Cultura, pasando por las rutas culturales, la apertura e intercambios de los Círculos de la Palabra, las asambleas plenarias, las comidas, las tareas durante el día, los festejos durante la noche, las presentaciones artísticas, el pasacalle en el corazón de Huancayo, y la clausura, todo fue un solo abrazo inquebrantable donde depositamos las experiencias y procesos de nuestras comunidades, así como nuestros anhelos, diferencias y broncas para arribar a acuerdos. Todo fue un solo abrazo inquebrantable que sigue resonando cada vez que trabajamos en nuestros territorios. Por eso somos un movimiento continental, porque sea donde sea que estemos estamos siempre para tejer una misma causa con toda nuestra diversidad.

Avances y pendientes del V Congreso

Sería imposible traducir en estas modestas palabras la conmoción del V Congreso en organizadores y participantes. Tampoco sería deseable compartir un balance total de lo vivido pues ese esfuerzo anda en curso en mejores espacios y con las dinámicas que dicha tarea amerita. Entonces quisiera concentrarme en dos puntos: los avances y pendientes a nivel orgánico y político que dejó este encuentro. 

En primer lugar, es un hecho que la pandemia y sus consecuencias sociales y económicas al interior de nuestras realidades predominantemente neoliberales y extractivas, han golpeado la capacidad orgánica del movimiento a nivel continental. Ello se expresó no solo en las dificultades de movilidad en varios países, sino en sus posibilidades de sostener coordinaciones previas al V Congreso. Los Círculos de la Palabra también se vieron afectados, pasando en muchos casos a dinámicas de coordinación virtual que no derivaban en fortalecimiento del campo sectorial correspondiente. Quizá lo más duro ha sido el debilitamiento de los procesos territoriales y de articulación con otros movimientos sociales. No obstante, se ha resistido con creces, se ha aportado a sobreponerse de la crisis y en algunos casos se ha avanzado en herramientas legislativas y organizativas a nivel local y nacional, también se ha dado continuidad a los procesos de articulación nacional. 

En resumen, sin perder el horizonte amplio del cultivo de una alternativa civilizatoria en ruta hacia el Buen Vivir, es necesario encarnar ello en nuestros territorios, priorizando la construcción sectorial, local y nacional, aterrizando en procesos sostenidos y concretos de democracia participativa y autogobierno popular, articulando con otros movimientos sociales y participando activamente en las diversas luchas sociales de nuestras comunidades. La forma orgánica que adquiera el movimiento estará definida por estos esfuerzos de profunda materialidad o, mejor dicho, estos esfuerzos serán la forma de traducir nuestros acuerdos orgánicos a la realidad concreta.

En el ámbito político, el V Congreso expresó tensiones persistentes en todos los encuentros continentales: proyecto autonomista o popular, rol del movimiento frente al Estado, políticas de base comunitaria como agenda sectorial o como horizonte para rediseñar el Estado, los principios de la Cultura Viva Comunitaria como prerrequisitos o como guías para la acción. Quizá lo más importante de ello fueron los acuerdos de posicionamiento contra el TPP, por la libertad de las presas políticas mapuches y por el apoyo a la candidatura de Lula en Brasil, puesto que expresan no solo una capacidad crítica ante el modelo capitalista en su versión neoliberal, sino la necesidad de tomar posición desde un análisis de la realidad latinoamericana que va más allá de las fronteras y agendas inmediatas del movimiento, sin temor a afirmar y disputar, con vocación articuladora y desde una concepción de “comunidad” liberada de esencialismos y sesgos autorreferenciales. 

Sin embargo, un pendiente considerable del V Congreso fue la imposibilidad de construir lineamientos políticos y banderas reivindicativas que, más allá de las generalidades, permitieran darle una forma concreta a la disputa del campo estatal hasta la celebración del próximo congreso, por lo menos. Otro pendiente radica en la ausencia de planes estratégicos para las comunicaciones y la formación política. Ambos puntos sí se trataron y provocaron consenso pero no se desarrollaron en la medida de su importancia. En todos los casos serán parte de la agenda de trabajo continental del movimiento en adelante.

Una fe inquebrantable en el pueblo

En más de una ocasión hemos recordado con onírica nitidez los colores de cada vestuario, la intensidad de las palabras en las asambleas y Círculos, la revuelta de los cuerpos bailando hasta la madrugada, las discusiones interminables y nuevamente los abrazos de ida y vuelta. De camino a la primera década del movimiento continental en mayo de 2023 es posible decir, junto con nuestro amauta José María Arguedas: “Kachkaniraqmi”, seguimos siendo. A pesar del dolor y la injusticia nuestras comunidades generosamente nos comparten el eco de sus semillas, esas semillas que resistieron la colonización y la dominación, dándonos fuerza y claridad para continuar energizando este gran camino, este Qhapaq Ñan del que venimos y al que vamos, con el permiso de nuestros apus tutelares y con una fe inquebrantable en el pueblo, que es principio del Grupo Impulsor Perú. El V Congreso ha sido un hito trascendente y al mismo tiempo es un paso más en este camino de resistencias y celebraciones.

Apenas dos meses después de la inauguración del V Congreso, Perú ha entrado en un momento álgido de la crisis de régimen neoliberal con la instauración de una dictadura cívico militar, presidida por Dina Boluarte y sostenida por la mayoría congresal y las Fuerzas Armadas, dejando a su paso una brutal represión y vulneración a los Derechos Humanos. Quienes están al mando portan el mismo signo de Jeanine Añez en Bolivia, de Jair Bolsonaro en Brasil y tantos otros desalmados odiadores del pueblo latinoamericano. No somos una excepción, sino parte de este tránsito entre democracia y autoritarismo que recorre el mundo, y en particular nuestro continente, en el marco de la actual crisis civilizatoria. 

En estos días varias personas y organizaciones que estuvimos organizando o participando del V Congreso nos hemos encontrado marchando, coordinando, haciendo medidas de fuerza, preparando la olla común, realizando presentaciones artísticas, pintando murales, contrarrestando el terruqueo y difundiendo la visión que los miedos masivos ocultan desde plataformas de comunicación alternativas. Simplemente estamos cumpliendo con el compromiso que hicimos en nuestro encuentro. Recuerdo un cartel florido en el pasacalle de Huancayo que decía “la cultura popular frenará al fascismo”. No se equivocaba. En medio de tanta indolencia varias organizaciones de Cultura Viva Comunitaria en Perú seguimos en las calles para ejercer nuestro derecho de vivir en paz, con justicia y democracia, sin discriminación ni desigualdad, por amor a nuestras comunidades, a nuestro país, a la Patria Grande y a la Pachamama.

Gratitud infinita al movimiento por esa voz antigua que nos nombra en la oscuridad, por ese abrazo que sigue floreciendo en el corazón de las tormentas, por esa tenacidad para resistir con alegría hacia el Buen Vivir. Gracias Iván y Elmer por seguir aquí, cerquita del corazón.

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