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Celebrando las infancias a través del arte: Festival Del Derecho y Del Revés

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En el vibrante mes de la primavera, en los rincones más remotos del Oeste de la provincia de Córdoba, un evento único cobra vida: el Festival Itinerante Del Derecho y Del Revés. Este festival, en su esencia, es mucho más que una simple exhibición teatral, es un crisol de creatividad, participación comunitaria y reflexión sobre los derechos de las infancias y adolescencias en entornos diversos.

Un viaje inolvidable: la experiencia del festival

Escuelas rurales, centros comunitarios, plazas y centros de jubilados de los departamentos del Oeste de la provincia de Córdoba se convierten en sedes del Festival Itinerante Del Derecho y Del Revés. Teatro y títeres ponen en valor el trabajo colaborativo entre colectivas artísticas y organizaciones territoriales de toda la región. Con funciones, talleres y juegos, se apuesta a tejer una red de apoyo y creatividad que trascienda las fronteras físicas y culturales de cada comunidad, generando espacios para repensar los derechos de las infancias y adolescencias.

El festival es un viaje, una travesía que va más allá del simple entretenimiento. Las compañías que participan son itinerantes: trasladan su escenografía, títeres, luces y sonido. Tienen la experiencia y capacidad de montar un espacio escénico en lugares no convencionales. Las funciones se desarrollan en aulas, comedores, patios. En la edición 2023 participaron más de doce elencos distintos procedentes de diferentes lugares del país (Grupo Bermejo desde Chaco, Julieta Tabush desde Neuquén, Umami desde San Luis, Ulularia desde Córdoba Capital y Teatro de Títeres Manos a la Obra desde Anisacate, Córdoba, entre otros). Además de la función, se trasladan los implementos para los talleres artísticos, la valija viajera de fomento de la lectura, los juegos y la ambientación.

Los espacios donde se desarrollan las actividades cuentan con una ambientación especialmente diseñada. Contamos con las ilustraciones del artista plástico cordobés Jorge Cuello (director artístico del festival) sobre los derechos de las infancias. Ponemos especial atención, haciendo uso de toda nuestra experiencia, en lograr el más alto nivel en materia de calidad de recepción de las obras para que la experiencia sea positiva y significativa para quienes participan. Llevamos todo lo necesario para permitir que cada encuentro abra puertas hacia nuevas formas de expresión y conexión.

Crónica del camino: un diálogo con el corazón de las comunidades

Jueves 21 de septiembre, once de la mañana. La compañía Bermejo oriunda de Resistencia, Chaco, tiene todo listo para realizar su primera función en el marco del festival. Nos pasa a buscar Rosario por la terminal de ómnibus de Villa de Las Rosas con la camioneta del Movimiento Campesino de Córdoba. Cargamos las valijas con los títeres, el retablo, el sonido, los banderines, los juegos, los libros, el piso de goma, los materiales para el taller, los infaltables banners con sus endebles apoyos y que a la primera brisa se caen. También llevamos agua, criollos, unas gaseosas, chizitos y facturas. Es un día de fiesta.

Emprendemos el viaje hacia Las Jarillas, una comunidad casi al límite con La Rioja. En el camino Rosario nos cuenta una pequeña parte de su historia, cómo comenzó a ir al campo, a contactarse con las comunidades, a armar rondas de mujeres, y cómo empezaron hace más de veinte años a trabajar en el territorio revalorizando la identidad campesina, la producción de alimentos y el cuidado del monte nativo. Entre mates y criollos, por más de 80 km por un camino de tierra, vamos charlando y reflexionando sobre la importancia que tiene organizarse, sobre el arte, la salud y los encuentros. También charlamos sobre los saberes de nuestras abuelas, los hijos, la cantidad de cabras que tienen las familias productoras, los quesos y el dulce.

Cuando llegamos y nos ponemos bajo la sombra del algarrobo esperando a Mónica, la enfermera que nos abrirá las puertas del salón, Silvio, el titiritero que va a hacer la función, nos dice: “¡Me trajeron al Impenetrable! ¡Creí que había venido a Córdoba y al final estoy en el Chaco!”.

Mientras se va armando la función hacemos una ronda, nos presentamos, nos preguntamos qué derechos conocemos, cuáles creemos que se cumplen y cuáles no. Contamos de dónde venimos, cuán importantes creemos que son estos encuentros para los adultos y para los niños, qué esperamos de la jornada. Y entre risas preparamos los juegos y la merienda. Al rato comienza la función.

Para muchos, esta será la primera vez que vean títeres en acción. Una de las cosas más lindas de los títeres es ver cómo los niños les hablan, le indican por donde tienen que ir, los ayudan. Se construye un mundo ahicito, donde los más pequeños dialogan con los muñecos y los grandes ríen como niños. La risa y la sorpresa llenan el aire.

Cuando termina la función, Silvio y Silvia cuentan de dónde vienen, cómo es el oficio de ser titiriteros e ir recorriendo los caminos, cómo es traer un poco de su tierra y de su monte a otras geografías tan lejanas y cercanas a la vez. Entre mates, comparten preguntas y deseos de que regresen. La charla continúa y, ya en confianza, comenzamos el taller de construcción de títeres para que los niños puedan reproducir sus propias historias como hicieron los titiriteros hace un rato. Antes de irnos las mujeres de la comunidad nos entregan a cada uno una docena de huevos caseros, un kilo de miel y un queso de cabra. Parte de este festival tiene que ver con eso: el trabajo se retribuye con trabajo y eso engrandece el espíritu.

Mónica Tobar, la enfermera, que además de abrir las puertas aprovecha para realizar algunos controles de salud y preparar la merienda, nos cuenta que cuando comenzó a difundir por la radio local que el jueves iban a estar los títeres le preguntaron ¿qué era un títere?, a lo que respondió que no sabía bien porque nunca se habían visto en la región. Nos dice que ahora sí sabe, que los títeres hacen bien porque logran que la gente se ría con los niños y eso es bueno y es muy importante.

Cultura como derecho: el compromiso del festival

Quienes organizamos el Festival Del Derecho y Del Revés vivimos en Villa de Las Rosas, un pequeño pueblo en Traslasierra, Córdoba. Somos gestoras culturales y titiriteras que hace muchos años abrazamos este oficio itinerante, itinerar con nuestra sala de teatro a cuestas. En ese camino de recorrer pueblos encontramos que cerca en kilómetros pero lejos en acceso existen comunidades a las que no llega el teatro, muchas de las cuales nunca habían visto una obra de títeres. Sabemos que la cultura es un derecho al igual que lo son la educación, la salud y la vivienda digna, y no debe postergarse. Por eso nos propusimos poner en contacto a esas poblaciones con el quehacer teatral, porque conocemos el potencial que tiene el arte como herramienta para la transformación social y lo importante que es llevar propuestas a lugares alejados de los centros urbanos.

En cada jornada del festival nos sumergimos en la riqueza de las comunidades del Oeste cordobés, abarcando los departamentos de San Javier, San Alberto y Pocho. Nos adentramos en parajes rurales que, a más de 70 kilómetros del bullicio urbano, albergan la esencia misma de la vida campesina. Aquí, entre monte nativo, cabras y horizontes infinitos, se gesta nuestro compromiso: un festival que brinde un espacio de encuentro para promover el arte y la cultura. Un espacio donde el teatro, las artes plásticas y el juego permitan repensar los derechos de las infancias y adolescencias en conjunto con la comunidad. De ahí el nombre del festi, Del Derecho y Del Revés.

Los ejes temáticos transversales del festival son los derechos de niñas, niños y adolescentes a vivir cada una de sus etapas plenamente, promoviendo el derecho a la ciudadanía, a la participación, a la migración, a un desarrollo y crecimiento protegido, a educación de calidad y a una convivencia saludable sin violencias. Tomamos el concepto de niñeces en un sentido amplio y plural. No todas las niñeces son iguales, no es lo mismo vivir en el campo que en un pueblo o en la ciudad, cada entorno es diferente y crea un universo distinto.

Conscientes de la diversidad de realidades que coexisten en este vasto territorio, el festival abraza la pluralidad y promueve el derecho de todas las niñeces y adolescencias a participar plenamente en la vida cultural de sus comunidades.

Arte, ciudadanía y organización territorial

Del Derecho y Del Revés se lleva a cabo por medio de la asociación de gestores culturales y colectivos artísticos de la región, Titiriteras Traslasierra, Verde que te Quiero Verde Teatro, Titiriseres Traslasierra, Red Escénica Traslasierra y Colectivo Artístico La Aguadita. Estas colectivas trabajan conjuntamente desde 2016 con base en la comunidad, vinculando la labor artística con organizaciones tanto de la salud y la educación como de la acción social, tejiendo una red de apoyo que trasciende las fronteras geográficas.

A esta red se suman el Movimiento Campesino de Córdoba y el Programa Familia Rural Sana para garantizar que el arte llegue a donde más se necesita, mientras que la Biblioteca Popular de Villa de Las Rosas ofrece su valiosa contribución para fomentar la lectura y el pensamiento crítico. La articulación con el Movimiento Campesino de Córdoba es fundamental para llevar adelante la propuesta ya que conoce profundamente la realidad de los entornos rurales. El MCC lleva más de dos décadas de organización territorial, reuniendo a más de mil familias campesinas en el arco noroeste de la provincia de Córdoba, y tiene por objetivos reivindicar la producción rural y la vida campesina, garantizar el acceso a los recursos, la salud, la educación y el derecho a la tierra, promoviendo la soberanía alimentaria y la preservación del monte nativo.

Las promotoras de salud del Programa Familia Rural Sana tienen un rol muy importante en la organización del festival. Coordinan con las instituciones locales, definen cuál es el lugar más indicado para realizarlo, difunden cada encuentro entre la comunidad y permiten que la jornada sea integral, entendiendo la salud más allá de la ausencia de enfermedad. Por su parte, la Biblioteca Popular de Villa de Las Rosas, con veinticinco años de trayectoria, dispone de una valija viajera con material exclusivamente seleccionado. Cuentos, coplas, poemas e ilustraciones abren nuevos imaginarios y estéticas.

El apoyo del Instituto Nacional del Teatro con sus programas de carácter federal que contemplan las diversas audiencias permitiendo la multiplicación de espectadores y el apoyo invaluable de la Defensoría de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes de la Provincia de Córdoba, hacen posible el sostenimiento del festival en todas sus dimensiones.

Cada año, el festival va creciendo y apunta a la formación de nuevos públicos con el objetivo primordial de garantizar que las poblaciones accedan a propuestas teatrales al menos una vez al año.

Sembrando sueños, cosechando derechos

Con la intención de que las infancias y adolescencias sean, además de espectadoras, protagonistas de su propia narrativa cultural, se realizan juegos teatrales, talleres de construcción de títeres, de grabado, modelado en arcilla y murales colectivos durante el desarrollo del el festival, coordinados por el Colectivo Artístico La Aguadita y el Colectivo Titiriseres Traslasierra. Ambos colectivos son Puntos de Cultura de la región, brindan talleres para infancias y adolescencias, capacitaciones para docentes y seminarios de formación artística.

Los talleres promueven el desarrollo creativo y brindan un espacio de expresión personal, fortaleciendo la autoestima, la confianza y el bienestar emocional. Se fomenta el trabajo en equipo y la colaboración (los murales colectivos son ejemplo de esto).

La diversidad es celebrada y respetada. Se reconoce que no todas las realidades son iguales, y el arte se convierte en un puente hacia la comprensión y la empatía entre diferentes contextos culturales y socioeconómicos.

Como dice la tallerista Daniela Cariglino, “Una de las cosas lindas del festi es cómo los espacios, los comedores de las escuelas, las aulas, las galerías y los patios de casas se reconvierten en salas de teatro. Ver cómo la sombra de un algarrobo alberga un taller de grabado y las paredes son lienzos donde quedan plasmadas las pinturas de la comunidad”.

Cada jornada culmina escribiendo deseos en el “Mistol de los deseos”, una pieza artesanal confeccionada exclusivamente para el festival. Elegimos el mistol porque es un árbol nativo y colgamos en sus ramas cada deseo, porque muchos de nuestros sueños en verdad son nuestros derechos.

En este festival se unen belleza, poesía, sueños y metáfora para enriquecer la creatividad y producción artística de las diferentes comunidades, dando lugar a experiencias que invitan a la reflexión y celebración de nuestra imaginación colectiva.

Relatos en primera persona

Muchas de las personas que participaron de los encuentros nunca habían visto teatro ni participado de intervenciones artísticas de este tipo. Ejemplo de esto fue cuando fuimos a la escuela del paraje San Tiburcio, en el departamento de Pocho, una escuela de tres alumnos cuya directora (que vive ahí) era la segunda vez en la vida que veía una obra de títeres. Ese día un aula fue la sala que recibió En burrito a la escuela, de la compañía Ulularia, y el comedor fue el taller de arte donde se realizaron los títeres. La jornada se coronó con un almuerzo compartido. Se abrió al dialogo entre vecinas, vecinos, talleristas y artistas. Comimos choripanes y nos hubiéramos quedado hablando hasta no sé qué hora de no haber sido por la tormenta que se avecinaba.

Otra escena bonita sucedió en Luyaba, donde se agruparon todas las escuelas en la Escuela Rural Yapeyú, del paraje San Isidro, y se juntaron más de doscientos niñas y niños con sus respectivos docentes. Muchos era la primera vez que iban a ese paraje. En esa escuela conocimos la “plastimonte”, un pegamento que realizan los alumnos con la resina de la brea (árbol nativo de la zona). Los niños y niñas, que no se conocían y traían realidades muy diferentes, disfrutaron de la función y la posterior charla con los artistas. Además, compartieron un almuerzo dejando plasmado el encuentro en un mural colaborativo. Una niña mientras pintaba muy concentrada nos dijo “¡Yo no sabía que esto me gustaba tanto!”.

Lo mismo ocurrió en la Escuela Miguel Ángel Montivero de la comuna de San Vicente, donde se agruparon todas las escuelas de la zona para compartir la jornada. Juegos, teatro y taller de grabado para toda la comunidad. En la Escuela Secundaria Campesina de La Cortadera se realizó la función de Cineamano de la artista neuquina Julieta Tabush y luego un taller de grabado. Al finalizar el año, cuando los docentes les preguntaron a los alumnos qué fue lo mejor del año que dejaban atrás, todos respondieron lo mismo: cuando vino el festival.

Jacinta, la mamá de Carlitos Benegas, quien asistió a uno de los encuentros, tras ser consultada sobre por qué creía que era importante que el teatro llegue a las comunidades campesinas, respondió: “Porque nos hace bien, porque nosotros somos gente de antes que miramos al futuro y todo no es lo mismo que el campo. Estos encuentros nos recuerdan el mundo”.

El festival es encuentro, es una experiencia que pone en valor la importancia del trabajo mancomunado en red en cada uno de los territorios por donde itinera, dando protagonismo al acercamiento de infancias y adolescencias con el arte y el teatro y también con sus derechos y deseos.

La cadena de valor en los festivales

La organización de un festival no solo constituye un evento cultural sino que también representa una importante fuente de empleo y oportunidades económicas para la comunidad a lo largo de toda su cadena de valor.

En la edición 2023 de Del Derecho y Del Revés se llevaron a cabo veintidós funciones con diversas estéticas, y se recorrieron más de mil kilómetros en la región para llegar con el teatro a siete comunidades campesinas, veinte escuelas rurales, dos escuelas de educación especial, un centro de jubilados, dos plazas con sus ferias artesanales y dos centros culturales independientes, alcanzando más de dos mil espectadores. Para lograr esto fue necesario contar con un equipo de gestores y productores que comenzaron a trabajar cinco meses antes del inicio del festival.

Se presentaron doce elencos de diferentes partes del país. Más de la mitad provenían de distintas regiones de Argentina. Todos los elencos locales con espectáculos para infancias y adolescencias formaron parte de la programación. Esto no solo generó ingresos directos para los artistas sino que también estimuló la economía local.

La organización del festival requiere una variedad de servicios y recursos, incluyendo diseñadores, realizadores escenográficos, fotógrafos, community managers, carpinteros, artesanos y vestuaristas. También se necesitan servicios de hotelería, alimentación, y transporte, entre otros. Esto implica la contratación de personal temporal y el uso de servicios locales.

Cada jornada del festival moviliza la economía regional. Las cocineras locales preparan almuerzos y meriendas, las familias de los niños y niñas que asisten llevan para vender empanadas, tortas, dulces caseros, miel y queso de cabra. Las escuelas recaudan fondos para sus cooperadoras, los kioscos de la zona venden bebidas, los colectiveros realizan viajes especiales para trasladar a las familias desde las comunidades más lejanas a los centros poblados.

El festival, además, promueve el turismo en la región. En esta edición se realizaron funciones en salas teatrales independientes, entre las que se destaca el Espacio Titiriseres y el Espacio Cultural Camping Los Molles, ambos en Villa de Las Rosas. Estas funciones fueron acompañadas con la presencia de editoriales independientes y artesanos locales que exhibieron y vendieron sus productos.

En este sentido, los festivales culturales no solo representan una oportunidad para el disfrute y la reflexión, sino que también se erigen como motores de desarrollo económico y social para las comunidades en las que se desarrollan.

Reflexiones finales

En un momento en que los desafíos son cada vez mayores, el arte y la cultura continúan siendo herramientas poderosas para la transformación social y la construcción de una realidad que nos contenga. La articulación entre el Estado, las organizaciones no gubernamentales, las colectivas artísticas y las comunidades es lo que permite que este tipo de propuestas lleguen a lugares alejados de los centros urbanos. Apostamos a que el Festival Del Derecho y Del Revés siga inspirando y empoderando a las comunidades a lo largo y ancho del Oeste cordobés, afianzando lo colectivo, fortaleciendo el pensamiento poético y la memoria. Recordándonos que siempre hay espacio para el arte y el encuentro. La articulación entre el Estado y las organizaciones no gubernamentales son la manera de llegar a estos espacios.

Desde las risas compartidas hasta los deseos escritos en el “Mistol de los deseos”, el festival deja una huella imborrable en el corazón de cada comunidad que visita. Esto se refleja en uno de los deseos que se repite con fuerza: “Que vuelvan pronto”.

Coda

Gira de tres funciones de El hecho y el acontecimiento teatral de Carlos Piñero, Teatro de Ilusiones Animadas, en Villa de Las Rosas y sus alrededores más preciosos.

Función 1: Monte adentro. Escuela rural, toda escuela es política.

Luego de la obra, una niña y un niño se ubican donde habían actuado los títeres y con dos dibujos nos cuentan su versión de la función. En realidad, la niña cuenta y el niño asiente con una suave sonrisa. Ella es la voz cantante, él la mirada sustentable.

El hecho es la función. El acontecimiento es la representación de la representación.

Función 2: Escuela de pueblo. En el comedor, se trasladan contra la pared mesas y bancos para que quede liberado el espacio teatral. Luego, en el patio, mientras las infancias juegan, se dibuja la naturaleza en un mural.

El hecho es comer. El acontecimiento es la alimentación.

Función 3: Una sala teatral. A cuarenta metros, una librería también presenta sus ficciones. Somos el país latinoamericano con más librerías por persona, me lo dijo la Tere Andruetto con sus ojos desbordados de esperanza.

El hecho es la cifra. El acontecimiento es la lectura de la cifra.

El hecho es el mercado. La comunidad es el acontecimiento.

El hecho es pragmático, el acontecimiento, existencial.

El hecho es, el acontecimiento fue, es y será.


La nota forma parte del especial CULTURA E INFANCIAS. UN PUENTE IMAGINARIO coordinado por Laura Inés Gutman.

 

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