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Constructores de esperanza, entrevista a Octavio Arbeláez

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Este artículo forma parte del ciclo «REPO – Relatos Polifónicos de la música en pandemia». Hasta fin de año, distintas voces latinoamericanas registran el impacto de la crisis en la industria de la música en tiempo real. REPO es un proyecto coordinado por Cecilia Salguero y Carlos Sidoni.

 

Le pedí a Octavio que nos compartiera reflexiones, sus reflexiones, respecto de cómo esta pandemia ocasionada por el covid-19 ha puesto en jaque a la industria musical independiente en Iberoamérica. Acordamos trazar tres ejes para dialogar, “las narrativas de participación”, “un nuevo paradigma del encuentro” y “la profesionalización del sector”.

Estamos sin dudas ante nuevas narrativas de invitación y participación en este contexto pandémico. ¿Cómo actuarán las personas creadoras, los artistas, los gestores?

(Octavio) En algún texto de Richard Nelson, recuerdo haber leído que, alguna vez al  director inglés  Peter Brook se le preguntó : «¿Cuál es el futuro del teatro?» Sin dudarlo un momento, respondió: «Dime, ¿cuál es el futuro de la comida?». En medio de una gran agitación social, disturbios civiles, injusticias profundas, que algunos denominaban “crisis civilizatoria”  y una devastadora pandemia mundial que ha causado el caos económico y la tragedia personal generalizada, ¿por qué montar una obra de teatro? Cuando el mundo se siente hundido en la incertidumbre, ¿para qué el teatro?.

En los tiempos que corren los artistas  encuentran el tiempo, los recursos y las salidas para hacer algún tipo de actividad, puesta en escena, conciertos, exposiciones, cuando no hay teatros abiertos o espectadores en vivo, ¿qué tipo de obras de teatro, o actividades requieren estos tiempos, si  es que hay alguna? ¿Tienen las artes un papel en un mundo en constante cambio que sufre tanto, protesta y enfrenta una profunda incertidumbre? ¿O tiene una responsabilidad? ¿Tal vez incluso una oportunidad?

Para responder estas preguntas, los creadores  ponen a trabajar toda su gama de herramientas creativas para una causa específica que es el hecho creativo y su forma de relacionarse con su entorno (público/mundo). En otras ocasiones, las artes han sido un escape entretenido y necesario de un mundo problemático, un respiro momentáneo de los conflictos que se desatan fuera de sus paredes.

También  existen propuestas  en que los artistas  simplemente están tratando de entender e interrogar  el mundo en el que se encuentran, nuestro mundo, un  tratar de comprender  en lugar de formular respuestas. Construir las artes a partir  de preguntas.

El  lema de La Comédie-Française en París: “Simul et singulis», estar juntos y estar solos, es una referencia que acude a la mente de quienes creemos en que el teatro, y en general, las artes,  y su manera de relacionarse con el mundo,  resume la esencia o al menos la meta que nos proponemos desde el teatro: reunir a un grupo de seres humanos, extraños entre si, sentarlos en la oscuridad y hacerlos crecer juntos; es decir, reunirse estando solo. Cuando están juntos, se encuentran con otros seres humanos que también tienen familias y problemas que son universales, verdades que son multiculturales. Allí, en la oscuridad, mirando juntos el teatro, tal vez llegarán a sentir, aunque sea brevemente, que no están solos, podrán respirar juntos, podrán crear una atmósfera en común en un momento único e irrepetible

Esta es una buena razón para actuar en momentos muy difíciles: compartir eso en nuestra confusión, nuestras preguntas y nuestras dudas, pensar en que no estamos solos.

Ante un nuevo paradigma del encuentro y la centralidad en el recurso tecnológico podríamos creer que nada es casualidad. En los últimos 100 años de nuestra sociedad las transformaciones han tenido su centro en lo tecnológico y nuestras aspiraciones también. ¿Imaginamos que pueda refundarse nuestro sector a partir de estas nuevas narrativas transmediales?

(Octavio) Hemos visto que, movidos por la intensidad y la gravedad de esta situación, una enorme cantidad de artistas y organizaciones artísticas de todo el mundo están recurriendo a desarrollos y dispositivos contemporáneos en las comunicaciones y las redes sociales para encontrar nuevas formas de actuar o exhibir sus propuestas a través de la realidad virtual, transmisiones en vivo, streaming,  galerías de artes, u otros medios, mientras están aislados en sus propios hogares. Han actuado rápidamente, porque quieren ayudar a millones de personas a sobrellevar esta terrible enfermedad y encontrar  la persistencia y la resistencia para prevalecer a pesar del alcance y la gravedad de esta crisis mundial. Y, por supuesto, también quieren permanecer en relación con su público y con su ecosistema cultural.

En este contexto el uso de las narrativas transmediales se referencian como un proceso de producción de contenidos que se caracteriza por expandir las narrativas de un relato en múltiples medios o plataformas; una historia inicia en un libro, se amplía en una película y se experimenta en un videojuego. Cada creación basada en el relato inicial, ofrece nueva información profundizando los conflictos, personajes y eventos al interior de un universo narrativo.

En el momento actual, y en relación al campo de las artes, se encuentran artistas que han utilizado los medios analógicos y digitales e hicieron, y hacen uso, de la digitalización, planteando nuevas conceptualizaciones que dan cuenta de los cambios en sus maneras de crear. Algunos críticos han denominado como New media art –arte de los nuevos medios–a las acciones y manifestaciones estéticas producidas mediante instrumentos digitales, especialmente los computadores, ya que “resulta más adecuados para definir este tipo de práctica que aúna al arte, ciencia y tecnología” (Cirelluelo). Arte digital o New media art son términos que remiten a un modo de manejo de la tecnología de comunicación y el dispositivo digital para desplazar y/o transformar las formas de producción, recepción y mediación de los lenguajes estéticos.

La utilización de las nuevas tecnologías desde diversas aproximaciones son el signo de este periodo que vive la humanidad, y creemos que debe ser uno de los focos privilegiados para nuestras propuestas de encuentro, a través de procesos que impulsen, previamente, la formación para la apropiación de las herramientas propias de la transformación digital, la creación de propuestas artísticas desarrolladas en esos nuevos y viejos entornos puestos en diálogo, y la exhibición de esas propuestas.

Proponemos desde la perspectiva de lo transmedial y sus interferencias con las artes, conformando un paisaje híbrido, donde lo digital y lo físico se entremezclan en lugar de desconectarse, creando un ecosistema más amplio de personas en todo el mundo comprometidas como artistas, curadores, críticos y espectadores de estos momentos que nos hacen pensar en el desdibujamiento de las fronteras espacio/temporales que nos conducirán en este “viaje hacia ninguna parte” gozoso y experimental, con angustias vitales, pero tratando de proponer preguntas, sobre todo ese ¿para qué estar juntos ?

Estamos comenzando a hablar de nuevos regímenes en el sector, de nuevas formas de producción y consumo. En lo que respecta a continuar trabajando ante la necesidad que tiene el sector cultural respecto de la profesionalización, hace apenas unos diez años a esta parte las ferias y mercados internacionales se convirtieron en el principal punto de encuentro para facilitarnos esa vinculación esencial que nos permite pegar el estirón cada año. ¿Cuáles son los desafíos que nos esperan a la hora de desarrollar estos acompañamientos desde el sector público y el sector privado? ¿Cómo se podría trabajar en una misma perspectiva?

(Octavio) «En cierto sentido, toda la cultura humana es una lucha hacia los valores superiores. ¿Puede haber una mayor expresión humana de la cultura que el arte? El arte seguramente nos eleva, aunque no es probable que exista sin nosotros… Estábamos destinados a actualizar los valores más altos, y lo incidental de esta tarea es el privilegio de disfrutarlos.” Decía Feibleman en un texto que ahora muchos están recuperando a partir de la universalidad del fenómeno viral (The Theory of Human Culture).

En este contexto las crisis como la que estamos experimentando en este momento, causadas por el COVID-19, tienen un impacto significativo en la vida de los trabajadores independientes. Los profesionales de la cultura, muchos de los cuales ya vivieron, antes de esta crisis, en un contexto de enorme precariedad, se ven particularmente afectados.

Las organizaciones públicas y privadas han reconocido la complejidad y la urgencia que esta situación ha creado en la vida de los trabajadores independientes en el sector cultural, no obstante, en nuestra América, las acciones han sido mezquinas y atienden a la precariedad sin pensar en preservar el sistema cultural más allá de la coyuntura.

Es necesario asegurar que “cuando esto pase” todavía tendremos trabajadores independientes en la cultura capaces de crear, producir, programar, exhibir, comunicar y educar. Para que esto suceda, es necesario crear un contexto en el que estén más apoyados y puedan continuar sus labores creativas, y en el que el acceso a la diversidad cultural continúe siendo garantizado para la población. La Unión Europea debe situar la cultura en el corazón de este proyecto, ya que su alma se expresa precisamente desde la creación artística y la diversidad cultural. La pandemia del coronavirus está forzando a nuestros responsables políticos a reconsiderar estructuralmente nuestros modelos. Como construcción económica y política, el espacio cultural común iberoamericano deberá proponer una política común que cumpla  con la obligación de convertirse ahora en un espacio cultural y humanista, y contar con los medios necesarios para hacerlo.

Es iluso pensar que en unos meses los conciertos y espectáculos en vivo, los museos y los sitios patrimoniales continuarán donde lo habían dejado. Nuestro trabajo no se puede interrumpir sin más. Va a sufrir los efectos de la crisis durante mucho tiempo.

Es por ello que pedimos, enérgicamente,  a nuestros países que tengan en consideración la cultura, los espectáculos en vivo y a los artistas en sus fondos de emergencia, tanto en el ámbito de cada país, como en los organismos internacionales, sabemos, por ejemplo que ya está en marcha una iniciativa de la SEGIB para un importante fondo, pero notamos el silencio absoluto de la OEA que se supone es el organismo llamado a liderar estas propuestas en la región desde su pomposamente denominada “comisión interamericana de cultura” de la que no conocemos ni siquiera un pronunciamiento al respecto de este tema.

El panorama que nos espera nos propone desde la dura realidad ondas pandémicas, distanciamiento social, bloqueos ocasionales… Pese a ello seguimos abogando fuertemente por el componente “en vivo” de nuestras manifestaciones artísticas, aunque tenemos en cuenta que nadie puede decirnos todavía cuando este elemento vivo puede ser traído completamente de vuelta a la realidad.  Pero es en la construcción de estos espacios desde los que seguimos luchando.

En estos días, escuchamos, a los profesionales de las artes que hacen preguntas retóricas: ¿Habrá algún futuro para nuestras artes fuera de lo digital? ¿Será que el arte en vivo simplemente se disuelve si esta crisis dura más? (como “todo lo sólido se desvanece en el aire”)

El desafío vital de hoy es desarrollar una perspectiva de trabajo en que las diversas soluciones propuestas en medio de la crisis, y un poco empujados por ella  (incluido el aumento digital vs lo presencial) sean llevados al futuro en una forma equilibrada y relevante, en tres frentes donde nosotros precisamos la acción público/privada: 

Primero, y es el campo de actuación en que se han movido hasta la fecha, se debe proporcionar ayuda de emergencia a las personas de nuestro sector, que es uno de los más afectado por las consecuencias económicas de las medidas de confinamiento. 

Este apoyo debía administrarse no a cambio de emprender nuevos proyectos, sino siguiendo el principio de compensar las pérdidas y con miras de asegurar que los profesionales de las artes mantengan una fuente de sustento. 

En segundo lugar,  debemos mantener la sostenibilidad del sector y su viabilidad a lo largo del período indefinido de distanciamiento social, y las posibles apariciones de “re-brotes” apoyando al sector  en la creación y presentación de sus trabajos (cuando se alivian las medidas), también en vivo, cuando sea posible. Este tiempo de «inacción» se puede utilizar para investigar y concebir nuevos modelos de trabajar, colaborar, interactuar con los públicos,  etc. En general, los profesionales del sector , estamos ocupándonos de  «agendas de supervivencia» que significan multitareas en lo creativo o en la academia,  rara vez tenemos tiempo y fondos para investigación y/o  desarrollo de planes y estrategias de trabajo futuro.

Y el tercero, que está estrechamente relacionado con el segundo: ayudar al sector a salir de la crisis fuerte y preparada para ese nuevo orden post-COVID-19, (con suerte) impulsado por la lógica de la sostenibilidad. 

Las artes en vivo tienen un poder único para unirnos en el «aquí y ahora», desde el lugar en donde estemos exponiéndonos a una realidad en un determinado contexto. Respirar, ver, participar en una actividad artística o cultural en el mismo espacio físico tiene el poder de generar conexiones, comprensión y esperanza. Y eso somos, “constructores de esperanzas”.

¿Quién es Octavio Arbeláez?

(Octavio) -Un señor bajito. Un tipo que escapa de la academia y apuesta por transformar en realidad los planteamientos teóricos, trabajar en red,  generar acciones de integración en el espacio cultural común iberoamericano, procesos de circulación, sostenibilidad de las organizaciones artísticas y culturales, y curaduría de las artes escénicas y musicales.

¡Gracias Octavio!

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