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Entrevista a Pim Pau: creando paisajes sonoros

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Cuando la música, el movimiento, el juego, la voz y la palabra arman un lenguaje expresivo y un código con el público, es imposible analizar cada uno de los aspectos que conforman ese lenguaje por separado. Hay que dejarse llevar por el sentido cinético y participar de la propuesta. Las acciones físicas junto con la voz y el sonido animarán el movimiento, creando una imagen plástica a la que podríamos llamar “paisaje sonoro”.

¿Qué los llevó o cómo llegaron a crear ese lenguaje escénico tan atractivo que los caracteriza?

Eso que definís como “paisaje sonoro” tiene una relación directa con la manera en la que pensamos el trabajo en el aula como docentes. Pim Pau empieza allí, ejerciendo la docencia en el nivel inicial. Y en ese universo, que está atravesado y sostenido por lo lúdico, todos los lenguajes conviven, se expresan y dialogan, entrelazados por el juego. Todo está integrado. Desde un inicio tratamos de que todo esto estuviera presente en Pim Pau, es decir, el primer desafío fue poder plasmar esa mirada en los videos y luego llevarla a los conciertos, discos, talleres y todo lo que hacemos. Si bien hay una estructura en un concierto, que principalmente se organiza en el repertorio, buscamos que haya espacio para el intercambio entre nosotros y con el público. Que haya cierta espontaneidad en cada presentación. Es algo similar a lo que pasa cuando uno planifica una clase en el aula, y esa vitalidad es lo que nos interesa.

¿Cuáles son sus saberes anteriores que les permitieron acceder o les facilitaron esa tarea?

Si bien nos conocimos trabajando como docentes de nivel inicial los tres veníamos de distintos recorridos en el ámbito educativo, trabajando en distintos niveles y en recreación. Y en el plano de lo artístico se entrecruzan también el bagaje de cada uno en cuanto a la danza, el teatro, la literatura, el audiovisual y la música. Todo eso constituye a Pim Pau, sumada una gran cuota de curiosidad que nos anima a desandar siempre nuevos caminos.

¿Cómo reparten la tarea, cómo van componiendo el código?

Desde un principio trabajamos de manera colectiva y autogestionada, pero en la medida que el proyecto fue creciendo fue necesario ir sumando gente al equipo y eso nos obligó a organizarnos y ordenarnos más. En los últimos dos años, más que nada, ese proceso se fue intensificando y profundizando para ir encontrando una dinámica y pulso de funcionamiento. Hay mucho diálogo en el equipo de trabajo y constancia en relación a nuevos proyectos u objetivos que nos vamos planteando.

Por otro lado, hay un sincronismo que parece casi espontáneo, ¿es así?

Tenemos una relación de mucho cariño y respeto entre los tres. Eso tiene que ver con que las cosas que nos acercaron inicialmente son parte de cómo vemos la vida, cómo pensamos el arte y la educación en términos filosóficos, políticos y sociales. Antes que nada nos hicimos amigos porque son cosas muy profundas que forman parte de los cimientos de Pim Pau. Podríamos decir que este proyecto empieza en la amistad y después aparece la posibilidad de abrirlo y compartirlo con la comunidad. Este año cumplimos diez años desde que compartimos el primer video en Youtube y seguimos eligiendo este camino con el mismo entusiasmo que en aquel entonces porque disfrutamos también de hacerlo juntos.

Hay una poética propia que parte de lo pequeño, lo que está al alcance de la mano para transformarse. ¿Cómo definirían esa búsqueda, desde dónde parte?

Nos interesa que todo lo que propongamos “esté al alcance de la mano”. Justamente porque lo que buscamos es que cada quien lo tome y se lo apropie, lo adapte al contexto en el que se encuentre, sean niños o adultos, en un aula, en una casa, en un club, en un espacio con adultos mayores. El juego debe tener esa posibilidad para que no sea prohibitivo y pueda ser jugado. Es por eso que la principal herramienta en Pim Pau es el cuerpo y buscamos que la puesta en escena esté despojada para no sobrecargar de estímulos. Es un lineamiento que está presente desde el primer video que fue “La mascota”, donde lo que se ve es un fondo verde y tres adultos disponibles al juego, donde no hay necesidad de usar ningún vestuario en particular ni elementos accesorios porque el disfraz es el cuerpo en movimiento. O en el caso de “Viaje a la plaza”, donde la fantasía se construye con paisajes compuestos por elementos de la casa, y un par de telas pueden ser el mar, y puede haber cardúmenes de medias, escaleras de fósforos o una guitarra como un corcel. Nos interesa habilitar el juego en cualquier rincón, como se ve en el video de “Camino del sol” o “Tomate perita”, donde el escenario puede ser el del recorrido cotidiano. Esto la infancia lo tiene bien claro. El juego no está en el juguete, así como la música no está en el instrumento.

¿Qué fue lo que los llevó a organizar su propio proceso de creación como una propuesta pedagógica?

Tiene que ver con que el inicio del proyecto se da en el aula y surge del compromiso y el debate en torno a la educación. Es algo que nos apasiona y no podríamos hacerlo de otra manera. Desde un inicio hacemos encuentros de formación pedagógica para docentes y personas adultas vinculadas a la crianza, participamos de congresos educativos y escribimos sobre nuestro trabajo como una manera de seguir compartiéndolo e intercambiar con distintas personas. Es también algo que nos motiva y nos inspira, y de alguna manera es un modo de seguir vinculados al ambiente educativo sin estar ejerciendo la docencia en aula por los compromisos que tenemos hoy en día.

¿Cómo fue pasar al papel, desandar ese lenguaje tan espontáneo y convertirlo en libro?

Trabajar con el formato libro era algo que nos ilusionaba desde hacía mucho tiempo. Es pensar en una tecnología más analógica pero que no deja de ser una herramienta más. Nos gusta pensar en los soportes tecnológicos como un medio y no como un fin. Lo que sucede es que en el libro se plantean otros desafíos. Uno de ellos tuvo que ver con pensar qué buscábamos contar desde la ilustración, así que fuimos convocando a distintas ilustradoras e ilustradores de Latinoamérica como una manera de seguir intercambiando y enriqueciendo esa búsqueda. Llevar el trabajo de Pim Pau a otros formatos siempre es un desafío, ya que intentamos que tengan cierta frescura y calidez a la vez. Entonces hay mucho debate en cuanto a la paleta de colores, la narrativa del dibujo, reuniones, intercambios, hasta llegar al resultado esperado. La intención en los libros para infancia es que el objeto invite a crear la historia, ya sea un mediador o el mismo niño.

¿Cómo identifican dentro de su propuesta escénica y pedagógica la creación de una editorial?

En el año 2020 escribimos nuestro primer libro y eso nos impulsó a fundar una editorial propia para poder llevar adelante todos los proyectos que teníamos y así nació Umacapiruá Ediciones, que hoy tiene editados cinco libros de Pim Pau y está en pleno desarrollo. Es un territorio nuevo para nosotros que nos inspira y nos hace aprender mucho sobre el rubro, así que estamos muy contentos con lo que está pasando con la editorial y con cada título. Tiene que ver con la curiosidad que mencionamos al principio y con el pensamiento integral en cuanto a los lenguajes artísticos. Y fundamentalmente quizás tenga que ver también con venir del ámbito independiente y la autogestión. Hoy es un camino nuevo que nos motiva mucho y acompaña al desarrollo del proyecto.

¿El trío como formato de ensamble, es una búsqueda o simplemente se armó así?

Se dio naturalmente cuando nos conocimos y con el tiempo fuimos encontrando y construyendo una dinámica orgánica en el formato trío. Es una buena manera de equilibrar energías pero es algo que se va creando con las personalidades de cada una de las personas que lo conforman y cómo nos vamos adaptando a los nuevos desafíos del proyecto.

¿Qué rasgos culturales identifican en su producción?

En nuestra música hay mucha presencia de tambores, que es algo ancestral pero que se referencia en la música brasilera y afrolatina. Hay referencias también de María Elena Walsh en relación a su abordaje poético y al modo de pensar en la infancia sin subestimarla. En cuanto al trabajo corporal, está muy presente como inspiración la obra de Pina Bausch o la propuesta escénica de Les Luthiers. Las influencias son variadas. Desde Caetano, Gilberto Gil o Los Beatles, hasta la música popular como la cumbia o la obra cinematográfica de Studio Ghibli.

¿Cómo se encontraron y qué planes tienen para el futuro?

Nos encontramos en 2011 siendo docentes de nivel inicial y viviendo en Buenos Aires. Podría decirse que fue una casualidad que viniendo de lugares geográficos tan distantes hayamos coincidido acá. Planeamos sacar nuevos libros, videos, discos y seguir recorriendo Argentina y el exterior llevando la propuesta siempre a lugares nuevos.

 


La entrevista forma parte del especial Cultura e infancias. Un puente imaginario. coordinado por Laura Inés Gutman.

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